
Frutos del Espíritu Santo: Paciencia y Mansedumbre.
La paciencia modera los excesos de la tristeza y la mansedumbre los arrebatos de cólera que rechazan el mal presente.
El esfuerzo por ejercer la paciencia y la mansedumbre como virtudes requiere un combate de esfuerzos y no pocas renuncias. Pero cuando son fruto del Espíritu Santo, apartan a sus enemigos sin combate o, si llegan a combatir, es sin dificultad y con gusto. La paciencia ve con alegría todo aquello que puede causar tristeza.
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