El Rosario es la práctica principal y más extendida de la devoción a María, y consiste en enunciar y meditar episodios de los evangelios o misterios salvíficos más relevantes de la vida de Jesús y de su Madre, a la vez que se rezan padrenuestros y avemarías. El Rosario se presenta hoy en cuatro unidades de cinco misterios cada una: gozosos, de luz, dolorosos y gloriosos. Y están apareciendo nuevas fórmulas: el Rosario de la Resurrección, del Espíritu Santo, de las Vocaciones, de los jóvenes... El iniciador y principal propagador del Rosario en tres fórmulas, fue el español santo Domingo de Guzmán, fundador de los dominicos, a quien, según la tradición, se le apareció la Virgen María, aleccionándolo al rezo del Rosario como recurso eficaz para la conversión de los herejes albigenses y la fortaleza de la fe en los cristianos. En Tolosa, el año 1203, inició la práctica del Rosario y enseñó a rezarlo. La fiesta del Rosario se debe a san Pío V, quien atribuyó al rezo del Rosario en toda la cristiandad, la victoria de las tropas europeas contra las turcas en el golfo de Lepanto, el 7 de octubre de 1571. El Rosario es «el evangelio de los sencillos», que alimenta y sostiene la fe, el amor, la esperanza y la alegría de multitudes en el camino arduo hacia la resurrección y la gloria eterna. Siempre que se rece con atención, devoción y recta intención, evitando así la recitación mecánica inútil, sólo por cumplir.Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant




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