San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia
El año 354 nace en Tagaste (África) de la cristianísima Mónica y del «paganísimo» Patricio. Ya de niño se revela un talento excepcional. A los 16 años iguala en saber a sus maestros de Mada uro. De regreso a Tagaste, se da a una vida licenciosa. Pasa a Cartago, para estudiar literatura y filosofía. Luego marcha a Roma, donde abre una cátedra de retórica. Sigue debatiéndose entre el ansia de sabiduría y el goce desenfrenado. Por fortuna su madre le acompaña en Roma y, con sus oraciones y el apoyo de san Ambrosio, el espíritu de Agustín se llena de luz y paz. En el 387 recibe el bautismo por manos de Ambrosio. Renuncia a su cátedra y pasa a Milán, donde lo alcanza su madre Mónica, y se dedica a la oración y al estudio. Al morir ella en Ostia, Agustín regresa a Tagaste en el 388, reparte sus bienes a los pobres y se da a una vida austera de oración y estudio. Ordenado sacerdote, debe aceptar el obispado de Hipona en el 396. De su pluma salen obras extraordinarias, entre las que destacan sus Confesiones y La ciudad de Dios. Para él la razón y la fe se complementan cuando están vivificadas por el amor. Es uno de los cuatro grandes padres de la Iglesia. El 28 de agosto del 430, agradecido, va al encuentro de su madre en el paraíso.
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