Acontece Dios
Lc 3,1-6
“Dios dirigió su palabra a Juan”. Lucas, con su mentalidad de historiador, tiene mucho interés en precisar los datos históricos de la predicación del Bautista. La palabra de Dios acontece. No se nos habla de algo irreal, abstracto o ajeno a nuestra historia. Dios interviene en momentos concretos y en lugares determinados de la historia de los hombres. También de la tuya. Quizá ahora mismo, en este preciso instante...
“Un bautismo de conversión”. La misión de Juan ha estado marcada por esta llamada incesante a la conversión. También la Iglesia ha recibido este encargo. Y esta invitación no siempre nos resulta grata; nos escuece, nos molesta... Y sin embargo, la llamada a la conversión es llamada a la vida: sólo mediante la conversión será realidad que “todos verán la salvación de Dios”. Convertirnos es en realidad despojarnos del vestido de luto y aflicción y vestirnos las galas perpetuas de la gloria que Dios nos da (1ª lectura: Bar 5,1).
“Los valles serán rellenados, las montañas y las colinas serán aplanadas”. La esperanza del adviento quiere levantarnos de los valles de nuestros desánimos y cobardías, y abajarnos de los montes de nuestros orgullos y autosuficiencias. Quiere ponernos en la verdad de Dios y en la verdad de nosotros mismos. Quiere conducirnos a no esperar nada de nosotros mismos, y al mismo tiempo a esperarlo todo de Dios, a esperar cosas grandes y maravillosas porque Dios es grande y maravilloso.
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