VATICANO, 13 Sep. 09 / 09:47 am (ACI)
El Papa inició sus palabras con dos preguntas que aparecen en el Evangelio de hoy tomado de San Marcos y de la segunda lectura de Santiago: “¿Quién es para ti Jesús de Nazaret?” y “¿Tú fe se traduce en obras o no?”.
En la respuesta a la primera, explicó el Santo Padre, el Apóstol Pedro afirma que Cristo es Dios. Él y los demás Apóstoles, prosiguió, “a diferencia de la mayor parte de la gente creen que Jesús no es solo un gran maestro o un profeta, sino mucho más. Tienen fe: creen que en Él está presente y obra Dios”.
Benedicto XVI aseguró luego que ante el primer anuncio de la muerte de Jesús, Pedro se opone a esta “perspectiva de sufrimiento y muerte” ante lo que el Señor “le hace entender que no basta creer que Él es Dios, sino que la caridad exige seguirlo a través de su mismo camino, la de la cruz. Jesús no ha venido a enseñarnos una filosofía, sino a mostrarnos un camino, el camino que conduce a la vida”.
Este camino, dijo el Papa, “es el amor, que es la expresión de la verdadera fe. Si uno ama al prójimo con corazón puro y generoso, quiere decir que conoce verdaderamente a Dios. Si en vez de eso uno dice que tiene fe y no ama a los hermanos, no es un verdadero creyente. Dios no habita en él. Lo afirma claramente Santiago en la segunda lectura de la Misa de este domingo: ‘Si no es seguida por las obras, (la fe) en sí misma está muerta’”.
Seguidamente el Santo Padre recordó una cita de San Juan Crisóstomo, a quien la Iglesia recuerda hoy, cuando explica este concepto afirmando que “uno puede tener una recta fe en el Padre y el Hijo, así como en el Espíritu Santo, pero si no tiene una vida recta, su fe no servirá para su salvación”.
“Queridos amigos, mañana celebraremos la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, al día siguiente a la Virgen Dolorosa. La Virgen María, que creyó en la Palabra del Señor, no perdió su fe en Dios cuando vio a su Hijo crucificado, ultrajado y sobre la cruz. Se quedó junto a Jesús, sufriendo y rezando, hasta el final. Y vivió el alba radiante de su Resurrección”.
Por ello, concluyó el Papa, “aprendamos de ella a testimoniar nuestra fe con una vida de humilde servicio, disponible a las personas para permanecer fieles al Evangelio de la caridad y la verdad, seguros que no es vano cuanto hagamos”.
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